jueves, 25 de abril de 2013

LÍMITES Y NORMAS



Poner límites y normas 


La familia en la casa y el profesorado en la escuela, tienen que poner límites en el espacio y en el momento en que se da la situación de conflicto.

Las normas deben ser propuestas, elaboradas y compartidas por todos para que tengan sentido educativo.




¿POR QUÉ SON NECESARIAS LAS NORMAS?

Los límites son tan necesarios como el cariño y los cuidados que les brindamos a nuestros niños y niñas pues sin ellas los niños:

· Seguirían actuando de manera impulsiva siempre.

· No aprenderían que habrá momentos en los que no puedan conseguir lo que quieran (poca tolerancia a la frustración).

· No se responsabilizarían de su comportamiento.


¿CÓMO TRANSMITIR LAS NORMAS A LOS NIÑOS?

· Deben ser claras (expresarlas con un lenguaje sencillo y preferiblemente delante del niño, mirándole y no gritándoselo desde lejos).

· Deben ser consecuentes, es decir, si decimos algo lo cumplimos. Por ejemplo: “si pegas, no juegas”, y si el niño pega, le sentamos sin jugar (por lo que debemos poner normas que podamos cumplir y que la consecuencia sea inmediata).

· Deben ser constantes; no cambiarla continuamente dependiendo, por ejemplo, de nuestro estado de ánimo o del esfuerzo que suponga o del tiempo que se tenga.

· No hacer en su lugar lo que ellos y ellas pueden hacer por sí mismos (graduar la exigencia e ir retirando la ayuda progresivamente).

· Elogiar y reconocer los valores positivos.


RECOMENDACIONES ANTE LAS RABIETAS

Sabemos que las rabietas, son una manera de buscar límites. Suelen ser más problemáticas cuando los niños conocen la manera de hacer ceder a sus padres, o entienden que así pueden manejar a los demás. Ante dichas situaciones, algunas recomendaciones son:

· Tener un lugar para las pataletas (por ejemplo una silla, en el pasillo…).

· No tratar de razonar con el niño en pleno arranque emocional (suplicar, discutir o dar mil explicaciones no suelen tener efecto en ese momento).

· No prestar atención a provocaciones (gritos, insultos, patadas). Para ello podemos:

o Realizar otras actividades mientras dure la rabieta.

o Irnos a otro sitio (dejarle sin público).

o No preocuparnos por el ¿qué dirán? Y tolerarla sin desestabilizarse.

· Prestarle atención cuando ya no tenga la rabieta. Al acabar la pataleta, se debe recibir al niño/a como si nada.