RECORDAR LAS VIRTUDES DE LOS NIÑOS
Reconocemos y promovemos el talento de nuestros niños?
El talento de un niño es su habilidad o capacidad para hacer algo que lo diferencia de los demás. Pero más que eso, puede ser la diferencia entre un buen desarrollo personal o una vida llena de frustraciones. Descubrirlo en cada uno de nuestros niños no es difícil, la clave está en la actitud que mostremos frente a ellos.
Cuando se les preguntó a un grupo de profesores cómo son sus alumnos, las respuestas más comunes fueron "es un niño inquieto", "es un niño tímido", o "siempre está distraído". Es más fácil que recordemos los defectos que las cualidades de nuestros alumnos y los niños que recordamos son pocos.
Recordar más los defectos que las virtudes sucede cuando nos acostumbramos a tener un rol fiscalizador en el aula. Es por eso que se notan más los errores y los talentos pasan desapercibidos.
El ejemplo del niño inquieto
Cuando vemos la forma en que un profesor organiza sus clases, en muchos casos estas son expositivas, es decir, con poca participación de los niños. Para un profesor así, un niño que siempre está haciendo preguntas es un niño inquieto, pues le interrumpe su clase.
Pero si ante este niño tenemos otra actitud más abierta y receptiva, veremos que lo que tomábamos como inquietud era en realidad su capacidad de asombro ante situaciones y objetos nuevos, un campo de exploración muy grande o una lucha contra el aburrimiento.
El niño inquieto es también una personita que nunca deja de acumular información, descubriendo diferentes usos para aquellos objetos y situaciones nuevas. Ir a la escuela para él es una aventura y no una rutina aburrida. Lo mismo se puede aplicar a cada una de las otras formas que tenemos de clasificar a nuestros alumnos.
Los niños sin etiqueta
Al etiquetar a unos pocos, sucede otro efecto negativo: ¿qué pasa con el resto?
A aquellos que no son ni "tímidos", ni "inquietos", ni "el mejor de la
clase", ¿los tomas en cuenta? Por esforzarnos tanto en "neutralizar" a
los que tienen etiqueta mala y "gratificar" a los que no la tienen, nos olvidamos de aquellos a los que no percibimos.
Cuestión de actitud
Si bien mucho del problema se debe a situaciones que no podemos controlar, como el número de niños asignados a nuestras aulas por ejemplo, nos toca a nosotros cambiar de actitud para descubrir sus talentos.
Por ejemplo, si tomamos en cuenta los defectos que encontramos en
nuestros alumnos, podemos descubrir que pueden ser expresiones de un talento oculto:
- Terco: persistente, de mucha convicción.
- Inquieto: dinámico, participativo.
- Agresivo: vital, de mucha energía.
- Distraído: explorador, curioso.
- Tímido: prudente, cuateloso.
Pautas para ser receptivos a sus talentos
Hay varios recursos que puedes utilizar para reconocer el talento en cada uno de tus alumnos, empezando por conocerlos mejor a cada uno de ellos.
- Cuenta a tus niños, mira sus rostros y preguntante: ¿quiénes son? ¿qué están haciendo? ¿cómo serán? Tómate unos días para hacerlo a conciencia.
- No los recuerdes por su número de lista. Recuerda sus nombres y apodos familiares ( a mi me llaman...) Llámalo como a él le agrade más.
- Premisa: "todos los niños tiene talentos". "El lento", "el inquieto", "el agresivo"...todos.
- Actualiza talentos. Ten en cuenta que los talentos son dinámicos y temporales. Un talento puede aparecer y desaparecer en un niño para ser reemplazado por otro. Debes mantenerte actualizado para saber que estas estimulando el adecuado. Por ejemplo: un conversador se hará dibujante, por lo que preferirá estar solo en algún momento.
- Recuerda esta consigna: "muchos talentos están disfrazados de defectos; muchos defectos y talentos vienen de la mano".
- Decide qué propósito de apoyo tendrás con cada alumno. Por ejemplo: en un niño cuyo talento es la sociabilidad y cuya dificultad es el desorden, podrías buscar un acercamiento conversando, sin intentar ningún cambio al prinicipio.
- Estamos atentos a los alumnos que nos agradan o que nos fastidian. No olvidemos a los demás.
- No confundamos paciencia y buen trato con indiferencia. Los niños siempre necesitarán apoyo y guía. Si los dejamos solos se sentirán tan marginados como al ser reprendidos.
LAS 3 LLAMADAS DE ATENCIÓN
Escuela de padres: Las tres llamadas de atención
Gracias a Jesús Jarque y su blog Familia y Cole, hoy os traemos un tema básico en la educación de nuestros niños. Las tres llamadas de atención. Aquí os dejo sus consejos.
“Le llamo veinte veces la
atención y no me hace caso”; “hasta que no me enfado de verdad no
viene”; “paso todo el día gritándole… ” Seguro que a muchos de vosotros, papás y mamás os suenan estas quejas porque las vivís en vuestras propias carnes.
La llamada de atención es una de
las técnicas básicas en la educación de los hijos. Cuando se utiliza
correctamente puede resultar muy eficaz, ahora les explico cómo hacerlo.
LIMITARLAS A TRES
En lugar de veinte veces, lo ideal es que las llamadas se limiten siempre a tres. De esta forma los niños y niñas aprenden que ese es el límite: mejor tres que veinte.
GRADUARLAS
Algunos padres no gradúan las llamadas de
atención: la primera es ya de máxima intensidad. Graduar el tono de las
llamadas de atención les confiere más eficacia.
La primera se hace en un tono amable, en realidad es una petición: “por favor, límpiate primero los dientes y después te sientas a ver la tele”.
La segunda se hará en un tono más serio y contundente, pero sin necesidad de gritar: “Te he dicho que te limpies los dientes y que después podrás ver la tele”.
La tercera y última, sin gritar, con contundencia y adelantando las consecuencias: “límpiate los dientes ya o no verás la tele en toda la tarde”.
Si la tercera tampoco resulta efectiva pasamos a la acción: le obligamos a limpiarse los dientes y llevaremos a cabo la medida.
VENTAJAS
Graduar las llamadas de atención permite al niño conocer la importancia de la orden y de la situación en la que se encuentran.
Limitarlas a tres, tiene como ventaja que son tomadas más en cuenta, no tenemos que agotarnos y aprende que si no se cumplen las normas, hay consecuencias.
Si tienen problemas en este aspecto… les animo a practicar.
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LA EDAD IDEAL PARA APRENDER A LEER
¿Cuál es la edad ideal de los
niños para aprender a leer?, ¿Por dónde debo empezar para ayudarle a
aprender a leer? ¿Cuándo le van a enseñar a leer en el colegio? ¿No se
hará un lío a la hora de aprender con dos idiomas a la vez? Éstas son
algunas de las dudas que preocupan a los padres que quieren que sus
hijos sean bilingües y aprendan a leer en inglés y en español, por
ejemplo. Para conocer la respuesta sólo debemos conocer un poco mejor
los ritmos de aprendizaje y desarrollo de los niños y tener en cuenta
algunos consejos para que los niños aprendan a leer en ingles, que son
muy útiles a la hora de facilitar la labor a los padres y a los niños.
Los niños aprenden a leer a los 6 años
En cuanto a los ritmos de aprendizaje de los niños,
hay mucha disparidad de opiniones entre los expertos. En el modelo
educativo actual que existe en España, la edad de escolarización
obligatoria de los niños comienza al acabar el segundo ciclo de
Educación Infantil, a los 6 años de edad. Con el inicio de la Educación
Primaria, en todos los colegios se enseña a los niños a leer. Aunque en
la mayoría de colegios con el Segundo Ciclo de Educación Infantil suelen
empezar a conocer las letras y a trabajar sobre ellas.
El aprendizaje de la lectura depende totalmente del
niño y de su edad madurativa. De modo que, a algunos niños les resultará
más fácil que a otros incluso más pequeños aprender a leer. Debemos
recordar que cada niño es un mundo y conviene adaptarnos a sus
necesidades, su potencial y sus carencias.
Consejos para enseñar a los niños a leer en dos idiomas
- Métodos para aprender a leer. No hay ningún método mejor en este caso. Si utilizamos el mismo método que ya hemos usado con el niño para aprender el primer idioma, tendremos la ventaja de que le resultará familiar y no tendrá que empezar de cero.
- Edad para empezar a leer. El mejor momento para empezar a leer es unos meses después de haber comenzado a aprender el primer idioma, dejando este tiempo para no saturar al niño, ya que tendrá muchos más aspectos que trabajar, además del más importante, el juego.
- Facilidades para el aprendizaje de la lectura. En este apartado destaca la importancia de los impulsos audio-visuales, gran parte del aprendizaje de los niños es por medio de la relación y de la repetición, con lo que podemos tener un gran apoyo en canciones o vídeos musicales a la hora de aprender el abecedario en inglés.
- Motivación para aprender otro idioma. Es normal que el niño pase por etapas en las que no quiere hablar en inglés y haga como que no entiende lo que se le dice. Es una fase natural, a la que no hay que darle importancia si el niño está aprendiendo el idioma de una forma natural. El problema surge cuando el niño está asistiendo a clases teóricas como si de un adolescente se tratara. Si está aprendiendo el otro idioma por medio de una persona a la que simplemente tiene que dirigirse en un idioma concreto, y con la que no está aprendiendo inglés, solamente es su profesora, amiga y solo quiere jugar y hacer actividades con él, el niño volverá a coger gusto al inglés, ya que el esfuerzo lo está haciendo para poder jugar con su amiga, no porque sus padres le digan que cuando sea mayor le va a venir muy bien.
- Momento para practicar la lectura. Cualquier momento es bueno para practicar la lectura, siempre que lo planteemos como un juego al niño le encantará repasar los carteles de la calle, las revistas que vemos en el quiosco o el periódico.
NIÑOS ESTRESADOS: CÓMO AYUDARLES
Niños estresados: cómo ayudarles
Los niños con estrés son una triste realidad en nuestros
días; las actividades extraescolares, madrugadores, el horario
continuado del colegio, los deberes, las competiciones deportivas… Es
normal que en ocasiones no puedan con todo y acaban por sufrir los
efectos del estrés.
Qué es el estrés
Existen diversas definiciones desde distintas formas de enfocarlo. Pero para entender el estrés de
forma más simple, lo podemos considerar como una respuesta del
organismo ante determinados hechos y circunstancias cambiantes que nos
rodean, y que no ayuda a adaptarnos a ellos.
El estrés es completamente necesario, para mantenernos en tensión,
alertas y vigilantes, para acomodarnos a nuevas circunstancias. El
peligro viene cuando esta situación se prolonga mucho tiempo, o es
demasiado intensa o bien sobrepasa nuestra capacidad de afrontamiento.
El estrés en los niños
El estrés es fácil que afecte a los niños, ya que en ellos todavía hay
muchos mecanismos de afrontamiento que no están del todo desarrollados.
Además, el ritmo de vida de la sociedad actual, la necesidad de muchos
padres de que sus hijos aprendan de todo o sean los mejores, la
separación de los padres o la muerte de un familiar, los horarios de
trabajo de los padres y de los niños, y muchos más factores, contribuyen
a que se produzca estrés en los niños.
Los primeros síntomas del estrés en los niños
Fases del estrés
En las primeras fases de respuesta ante el estrés, cuando todavía pueden
con él, es normal que se produzcan síntomas de tipo fisiológico:
sudoración, fatiga, sequedad bucal, dilatación pupilar, aumento de la
frecuencia cardíaca y de la tensión arterial, todos ellos relacionados
con la ansiedad o el miedo que experimenta.
Cuando la situación comienza a sobrepasar la capacidad del niño por
amortiguarla, aparecen otros síntomas más problemáticos como dolores
estomacales y de cabeza, enuresis, encopresis, pesadillas, insomnio,
pérdida de apetito y de peso, irritabilidad…
Una vez pasada la primera fase, llegamos a una etapa de resistencia,
donde el niño se acomoda a las dificultades y comienza a renunciar a
participar en actividades extraescolares, se vuelve indeciso, disminuye
su autoestima, se puede volver impulsivo, agresivo, tener llantos,
rabietas, etc.
En la última fase o de agotamiento, el niño con estrés puede llegar a enfermar o incluso a sufrir una depresión patológica.
6 claves para ayudar a un niño estresado
- Mantener rutinas y horarios. No hay que ser excesivamente exigentes con él, se le debe dar un margen para que juegue, para estar con los amigos, para descansar.
- Si le vamos a pedir o exigir o cosas, que sea a través de pequeños pasos u objetivos. Que vaya poco a poco, despacito.
- Hablar con él y explicarle de forma razonada qué cambios son “amenazas” y cuáles no. Ayudarle a entender cómo afrontarlos y apoyarle en todo momento en el proceso de afrontamiento.
- Intentar favorecer en los momentos que podamos, la relajación. Procurar que todos los días tenga un rato de relajación, enseñarle a respirar por la nariz y exhalar por la boca, despacio, con una música tranquila. Los dos, el padre o madre, con él a la vez, y que se vaya concentrando en la respiración y en las sensaciones que provoca el aire al entrar y al salir. Las técnicas de relajación son unos grandísimos aliados.
- Preguntarles y darles pie siempre a que expresen sus temores, sentimientos y preocupaciones. Tener tiempo a diario para poder hablar con él de todos estos temas que inundan su cabeza.
- Es conveniente hacerle responsable de todas sus tareas y cosas, que sepa que debe asumirlo, pero añadiéndole siempre vuestro apoyo. Que sepa en todo momento que estáis ahí para cuando él lo necesite.
Relación padres-hijo
Muchos estudios han demostrado que el tipo de relación que tienen los
padres con su hijo, influye enormemente en su capacidad para modular el
estrés:
-Si los padres están estresados aumenta mucho la probabilidad de que los hijos también se estresen.
-Cuando son padres muy estrictos con la emocionalidad de sus
hijos, reprimiendo la manifestación de sus emociones, también influye
negativamente.
-Cuando no mantenemos unos horarios y rutinas, y cuando
reaccionamos de formas distintas a sus conductas (no somos coherentes),
podemos contribuir al estrés en el niño.
- Por último, todos aquellos padres que ignoran los
sentimientos y expresiones emocionales de sus hijos, sin prestarles
atención y esperando a que se pasen por sí solas, también contribuyen.
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