lunes, 26 de noviembre de 2012

NIÑOS ESTRESADOS: CÓMO AYUDARLES


Niños estresados: cómo ayudarles

Los niños con estrés son una triste realidad en nuestros días; las actividades extraescolares, madrugadores, el horario continuado del colegio, los deberes, las competiciones deportivas… Es normal que en ocasiones no puedan con todo y acaban por sufrir los efectos del estrés.
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Qué es el estrés

Existen diversas definiciones desde distintas formas de enfocarlo. Pero para entender el estrés de forma más simple, lo podemos considerar como una respuesta del organismo ante determinados hechos y circunstancias cambiantes que nos rodean, y que no ayuda a adaptarnos a ellos.
El estrés es completamente necesario, para mantenernos en tensión, alertas y vigilantes, para acomodarnos a nuevas circunstancias. El peligro viene cuando esta situación se prolonga mucho tiempo, o es demasiado intensa o bien sobrepasa nuestra capacidad de afrontamiento.

El estrés en los niños

El estrés es fácil que afecte a los niños, ya que en ellos todavía hay muchos mecanismos de afrontamiento que no están del todo desarrollados. Además, el ritmo de vida de la sociedad actual, la necesidad de muchos padres de que sus hijos aprendan de todo o sean los mejores, la separación de los padres o la muerte de un familiar, los horarios de trabajo de los padres y de los niños, y muchos más factores, contribuyen a que se produzca estrés en los niños.

Los primeros síntomas del estrés en los niños

Fases del estrés

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En las primeras fases de respuesta ante el estrés, cuando todavía pueden con él, es normal que se produzcan síntomas de tipo fisiológico: sudoración, fatiga, sequedad bucal, dilatación pupilar, aumento de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial, todos ellos relacionados con la ansiedad o el miedo que experimenta.
Cuando la situación comienza a sobrepasar la capacidad del niño por amortiguarla, aparecen otros síntomas más problemáticos como dolores estomacales y de cabeza, enuresis, encopresis, pesadillas, insomnio, pérdida de apetito y de peso, irritabilidad…
Una vez pasada la primera fase, llegamos a una etapa de resistencia, donde el niño se acomoda a las dificultades y comienza a renunciar a participar en actividades extraescolares, se vuelve indeciso, disminuye su autoestima, se puede volver impulsivo, agresivo, tener llantos, rabietas, etc.
En la última fase o de agotamiento, el niño con estrés puede llegar a enfermar o incluso a sufrir una depresión patológica.

6 claves para ayudar a un niño estresado

  1. Mantener rutinas y horarios. No hay que ser excesivamente exigentes con él, se le debe dar un margen para que juegue, para estar con los amigos, para descansar.
  2. Si le vamos a pedir o exigir o cosas, que sea a través de pequeños pasos u objetivos. Que vaya poco a poco, despacito.
  3. Hablar con él y explicarle de forma razonada qué cambios son “amenazas” y cuáles no. Ayudarle a entender cómo afrontarlos y apoyarle en todo momento en el proceso de afrontamiento.
  4. Intentar favorecer en los momentos que podamos, la relajación. Procurar que todos los días tenga un rato de relajación, enseñarle a respirar por la nariz y exhalar por la boca, despacio, con una música tranquila. Los dos, el padre o madre, con él a la vez, y que se vaya concentrando en la respiración y en las sensaciones que provoca el aire al entrar y al salir. Las técnicas de relajación son unos grandísimos aliados.
  5. Preguntarles y darles pie siempre a que expresen sus temores, sentimientos y preocupaciones. Tener tiempo a diario para poder hablar con él de todos estos temas que inundan su cabeza.
  6. Es conveniente hacerle responsable de todas sus tareas y cosas, que sepa que debe asumirlo, pero añadiéndole siempre vuestro apoyo. Que sepa en todo momento que estáis ahí para cuando él lo necesite.

Relación padres-hijo

Muchos estudios han demostrado que el tipo de relación que tienen los padres con su  hijo, influye enormemente en su capacidad para modular el estrés:
-          Si los padres están estresados aumenta mucho la probabilidad de que los hijos también se estresen.
-          Cuando son padres muy estrictos con la emocionalidad de sus hijos, reprimiendo la manifestación de sus emociones, también influye negativamente.
-          Cuando no mantenemos unos horarios y rutinas, y cuando reaccionamos de formas distintas a sus conductas (no somos coherentes), podemos contribuir al estrés en el niño.
-          Por último, todos aquellos padres que ignoran los sentimientos y expresiones emocionales de sus hijos, sin prestarles atención y esperando a que se pasen por sí solas, también contribuyen.

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